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lunes, 25 de noviembre de 2013

EFICIENCIA ENERGÉTICA. INFO BÁSICA




¿En qué consiste la eficiencia energética?


   Podemos considerar que estamos contribuyendo a una buena eficiencia energética en nuestros hogares, cuando evitamos consumir más energía de la necesaria, así de simple. 

   Pondremos el ejemplo de elevar 2 grados la temperatura que hay en nuestros hogares; si mi calefacción es más eficiente que la de mi vecino, mi casa tardará menos que la suya en aumentar esos 2 grados. Mi instalación será más eficiente porque consigue el mismo resultado en menor tiempo y, lo que es más importante, de una manera más económica y ecológica, al consumir una menor cantidad de energía.

   La energía, además de presentarse en forma de calor, la utilizamos de varias maneras en nuestro día a día:
  • Agua corriente, cuando usamos la cisterna del inodoro.
  • Electricidad, al encender la luz de nuestro salón o, por ejemplo, cuando tenemos un termo eléctrico para calentar el agua de la ducha.
  • Refrigeración, en las zonas más cálidas donde tenemos instalado A/A (Aire acondicionado) en nuestras casas, con el simple gesto de bajar el termostato un par de graditos para estar más frescos.

Entonces, ¿todos en casa estamos contribuyendo con la eficiencia energética?

   Existen una serie de prácticas habituales que podemos realizar en los hogares para que nuestra contribución al ahorro de energía sea beneficioso en lugar de negativo. Pongamos unos sencillos ejemplos:
Consumir más agua de la necesaria a través de los grifos: fregadero, lavabo, bañera, etc. Puede parecer una tontería que cada uno de nosotros ahorremos un solo litro de agua diaria, pero si eso lo multiplicamos por los 47 millones de personas que residimos en España, la cosa cambia y el ahorro se convierte en notable.
  • No desperdiciar el calor de nuestros hogares: el gran caballo de batalla es la ventilación de una vivienda. Con tan sólo diez minutos diarios por estancia, se ventila sobradamente un hogar medio. No es necesario abrir las ventanas de par en par durante dos horas, porque estaremos tirando una gran cantidad de calor a la calle en los días de invierno.
  • Igualmente en verano, es una práctica recomendable lo contrario: abrir bien las ventanas durante la noche (o cuando las temperaturas sean lo más frescas posible), para que el aire interior, que está más caliente, salga y se renueve por otro con menor temperatura. Si añadiésemos a esto un diseño bioclimático en nuestras viviendas, la refrigeración estival apenas sería necesaria en gran parte de la península.
  • Debemos tener en cuenta que, además de ahorrar unos preciosos euros de nuestras facturas, estaremos contribuyendo a reducir las emisiones de CO2 y, con ello, el impacto de la reducción de la capa de ozono, por citar un caso más o menos conocido.
   He querido nombrar las emisiones de gases de efecto invernadero (uno de ellos es el CO2 ó dióxido de carbono) porque, en función del tipo de combustible que utilicemos en nuestros hogares, para cocinar o climatizar las estancias, las emisiones contaminantes van a ser diferentes a igualdad de gasto energético. Un kwh (kilovatio hora) energético obtenido mediante la combustión de gas, contamina menos que otro obtenido mediante gasóleo de calefacción.  Además, no debemos confundir esto último con el coste de la energía térmica por kwh, en función de su origen (combustibles fósiles, electricidad, biocombustibles,…). El coste de un kwh térmico (para calefacción) de los pellets de pino, es entre 3 y 4 veces inferior al calor entregado por un sistema de acumuladores eléctricos (debido a que ya no existe la tarifa nocturna).

   Como conclusión, recordaros que cuando tenemos una instalación o un hogar con alta eficiencia energética, estamos llegando al confort residencial con menos gasto de energía que si la desperdiciásemos. Además de que nuestros bolsillos también lo van a agradecer.

   En función de nuestros sistemas de calefacción, la construcción de nuestras casas, la orientación de las fachadas, la situación geográfica de nuestras ciudades, etc., deberemos jugar con unas u otras herramientas para ganar en eficiencia energética. Muchas serán comunes, y otras estarán específicamente estudiadas para cada uno de nosotros.  Pero el resultado final será la reducción del consumo energético, lo que conlleva muchas otras ventajas.

lunes, 18 de noviembre de 2013

CONSEJOS PARA USAR LA CALEFACCIÓN DE FORMA RESPONSABLE



   Con la llegada del otoño los hogares tendrán que afrontar de nuevo el coste que para la economía doméstica supone la puesta en marcha de la calefacción.

   Lo ideal sería realizar un consumo responsable, es decir, ajustado a lo que realmente necesitamos. Sólo con bajar un grado el termostato de casa, una familia puede reducir en un 10% la factura energética. Y no se trata solo de dinero: menos consumo también significa menos emisiones de CO2 a la atmósfera.

   Es imprescindible ser eficientes en el uso de la calefacción. El primer paso es elegir correctamente el sistema que instalemos en la vivienda. ¿Gas o electricidad? Depende del tipo de casa (unifamiliar, piso, vieja o nueva…), de los metros cuadrados, la zona donde se ubique (cálida o fría) y de si está habitada todo el año o esporádicamente. Estos son los sistemas más habituales:

  • Calderas de condensación por gas. Para la Organización de Consumidores y Usuarios es el más eficiente: gran rendimiento calorífico y bajas emisiones de CO2. Junto con los emisores eléctricos, es el sistema que menos consume.
  • Discriminación horaria con acumuladores. Hay que contratar la tarifa eléctrica que corresponde a este sistema e instalar acumuladores que mantienen la casa a una temperatura estable todo el día, aunque consumen sólo en el horario más barato.
  • Emisores eléctricos. Aparatos individuales programables para cada habitación, idóneos en zonas templadas y para usos intermitentes. El consumo es bajo.
  • Sistema Inverter. Dispositivos eléctricos que emiten tanto aire frío como caliente. Para zonas cálidas y costeras. El consumo es elevado.
  • Sistemas de aerotermia. Lo más novedoso: aire acondicionado, agua caliente y calefacción. La opción más cara, pero puede ser muy eficiente si se combina con sistemas de energía solar.


   Una vez escogido el tipo de calefacción que más conviene a tu vivienda (mejor con la ayuda de un experto), hay que tener presente una serie de consideraciones para sacarle el máximo rendimiento al menor coste:

  1. Imprescindible una puesta a punto del sistema. En otoño hay que revisar las calderas o los aparatos eléctricos. Un funcionamiento deficiente hará que gasten más energía para lograr las mismas calorías o que no calienten lo suficiente.
  2. Si la casa está vacía una gran parte del día, no tiene sentido mantenerla siempre a la misma temperatura. De la misma forma, no necesitas el mismo calor cuando estás viendo la televisión que cuando estás durmiendo. Hay que adaptar el consumo al uso y la mejor forma de hacerlo es con un termostato programable.
  3. La casa no se calentará antes porque subas más el termostato. Los sistemas de calefacción trabajan al máximo hasta lograr la temperatura marcada y luego entran en reposo. Si has fijado 25 oC, parará antes; si marcas 30 oC aunque basten 25, parará más tarde, recalentará la casa y gastará mucho más.
  4. Cierra los radiadores de las habitaciones que no uses. Menos superficie a calentar, menos consumo.
  5. Poco de lo anterior sirve si no cuentas con los cerramientos adecuados en las ventanas y si las paredes y techos no tienen aislantes. El calor se escapará y necesitarás un gasto mucho mayor para compensarlo.


   Por último, considera que la temperatura adecuada quizá no es la que te permite andar ligero de ropa por casa. Un jersey y unos pantalones largos pueden ser muy cómodos y pueden ahorrar dinero y emisiones.

lunes, 11 de noviembre de 2013

TU PEQUEÑO HUERTO EN CASA



   Cada vez que comemos en casa unos tomates que parecen de plástico o unas cebollas insípidas recordamos a esas personas afortunadas que viven cerca del campo y pueden disfrutar diariamente del sabor auténtico de las verduras y hortalizas. 

   Las soluciones para los habitantes de la ciudad es buscar y comprar por Internet productos ecológicos, hacer una escapada a un pueblo para llenar la despensa… o traer el campo a la ciudad.


   No es una locura, es ya una tendencia. Cada vez más consumidores se deciden a montar su particular huerto casero. A veces organizándose con otros vecinos para aprovechar parcelas en desuso, y otras buscando sus propios espacios en un patio, en un jardín propio (para los más afortunados) o en la terraza del piso.

   Preparar un huerto casero es más fácil de lo que parece y requiere menos espacio del que supones, para que lo puedas llevar a cabo te ofrecemos algunos consejos prácticos:


  1. El lugar elegido debe recibir al menos cinco horas de luz solar directa. Si no es así, solo podrás cultivar algunas especias y plantas aromáticas, como la hierbabuena, la menta o el cebollino.
  2. Calcula las dimensiones (mejor en forma de cuadrado o de rectángulo) dejando espacio suficiente para poder trabajar la tierra, regar o limpiar. También es posible plantar en distintos maceteros.
  3. Prepara una base aislante y cierra el recipiente. En ambos casos, utiliza madera o cerámica (materiales aislantes pero a la vez porosos) mejor que plástico. Debe tener como mínimo 20 centímetros de altura para que puedan crecer bien las raíces. Además, hay que incorporar un sistema de desagüe para el exceso de agua (más por la lluvia que por el riego).
  4. Una buena tierra es fundamental. El sustrato debe tener capacidad para retener agua y muchos nutrientes. A esa base se le añade el compost: entre 2 y 10 cm de grosor (depende de la extensión y el cultivo). También puedes utilizar abono: obtendrás más nutrientes, pero el mal olor atraerá a moscas y mosquitos.
  5. Mueve bien la tierra para oxigenarla y retira piedras o raíces para que quede bien limpia.
  6. Es el momento de sembrar: semillas o plantones (más aconsejables para los no iniciados ya que prosperan fácilmente), siempre a poca profundidad (aproximadamente la longitud de un dedo). Planta en hileras, dejando más o menos distancia según la especie de la que se trate: cuanto más grande, más espacio y agua necesitará para crecer bien.
  7. Los cultivos más sencillos para empezar son las lechugas, los rabanitos, los ajos tiernos, la rúcula y las espinacas. El tomate es recurrente en los agricultores sin experiencia, pero más complicado: “Atrae todo tipo de plagas. Hay que ir tratándolo y cogiendo cosechas hasta que no dé más», comenta el experto.
  8. Cubre el huerto con alguna malla amplia y más bien rígida para protegerlo de los pájaros y de tus mascotas, si tienes. Cuando estés tú, retírala.
  9. El riego es muy variable. Depende del cultivo, del tiempo de exposición al sol y de la temperatura. Para no equivocarse es mejor regar poco y con más frecuencia para que la tierra esté siempre húmeda pero no encharcada.
  10. Utiliza siempre compuestos naturales tanto para fertilizar la tierra como para combatir las plagas (por ejemplo, el extracto de ortiga). Se trata de cultivar alimentos puramente biológicos.

lunes, 4 de noviembre de 2013

LA BOMBILLA DE BAJO CONSUMO



   Hace tiempo que la bombilla de bajo consumo invadió nuestros domicilios, sin embargo es inevitable debatirse en multitud de dudas cada vez que nos acercamos a comprarla. En la elección y el uso efectivo de los diferentes sistemas lumínicos está en juego la quinta parte de la electricidad consumida en la vivienda. Un argumento convincente para buscar la solución idónea para cada espacio.

   ¿Qué equivalencia energética ofrece con la bombilla incandescente?, ¿debemos utilizarlas en cualquier supuesto?, ¿compensa su alto precio?, ¿dan menos luz?… Arrojemos un poco de luz a unas preguntas no siempre respondidas de forma clara.


Diferentes tipos de bombillas

   Para trabajar en la eficiencia lumínica de nuestra vivienda conviene empezar por diferenciar los tipos de bombillas o lámparas. Para hacerlo nos guiamos por la Guía práctica de la energía, del Instituto para el Desarrollo del Ahorro de la Energía (IDAE).

  • Lámparas incandescentes: la luz se produce por el paso de corriente eléctrica a través de un filamento metálico de gran resistencia. Son las bombillas más tradicionales y las de mayor consumo eléctrico, sólo aprovechan en iluminación un 5% de la electricidad que consumen, el 95% restante se transforma en calor. También son las más baratas. Su duración media es de unas 1.000 horas.
  • Lámparas halógenas: Tienen el mismo fundamento que las anteriores. Se caracterizan por una mayor duración y la calidad especial de su luz. Existen lámparas halógenas que necesitan de un transformador, que disminuye la pérdida de energía con respecto a las convencionales. El consumo final de electricidad (lámpara más transformador) puede ser un 30% inferior al de las bombillas incandescentes.
  • Tubos fluorescentes: Se basan en la emisión luminosa que algunos gases como el flúor emiten al paso de una corriente eléctrica. Su eficacia es mayor, al calentarse menos, la electricidad se destina en mayor proporción a la obtención de luz. Son más caros que las bombillas corrientes, pero consumen hasta un 80% menos de electricidad y tienen una duración entre ocho y diez veces superior. Los tubos del tipo trifósforo o multifósforo dan un 15%-20% más de iluminación que el estándar.
  • Lámpara de bajo consumo: Son pequeños tubos fluorescentes que se han ido adaptando progresivamente al tamaño, las formas y los soportes de las bombillas. Aunque su precio es mayor se amortiza por su vida útil (entre 8.000 y 10.000 horas): duran ocho veces más y proporcionan la misma luz, consumiendo apenas un 20%-25% de la electricidad que necesitan las incandescentes.
  • Lámparas LED: Este listado del IDAE no quedaría completo sin añadir la última tecnología: los diodos emisores de luz. Debido a la baja luz emitida por cada lámpara se utilizan de forma agrupada, en mayor o menor medida, según la luminosidad buscada. Comparten con la lámpara de bajo consumo una mayor eficiencia, el 98% de la energía consumida la transforman en luz. Del mismo modo, son más caras y tienen una mayor vida útil (por encima de las de bajo consumo, según estimación de la Comisión de Energía de la UE). Aunque aún no son muy comunes en el hogar, pronto irán conquistando este espacio, entre otros factores, por no contener mercurio.


Conocida la oferta, nos centramos en las populares bombillas de bajo consumo.
  • ¿Qué ahorro ofrecen? Una bombilla de bajo consumo de 23 vatios que dure seis años resulta unos 100 euros más barata que varias bombillas convencionales de 80 vatios durante el mismo tiempo (cálculo basado en una tarifa eléctrica de 0,136 euros por kilovatio-hora).
  • ¿Dan menos luz? No. Las bombillas de bajo consumo producen la misma cantidad de luz que las bombillas incandescentes convencionales. Una de 15 vatios y otra convencional de 60 vatios producen la misma cantidad de luz (unos 810 lúmenes). Lo que sí es cierto es que en su larga vida van perdiendo luz, hasta un 30% menos al final de su vida útil.
  • ¿El encendido y apagado frecuente incrementa el consumo y limita su vida? Las actuales bombillas de bajo consumo no incrementan el uso de energía en el encendido, según se informa en la web especializada Bombillasdebajoconsumo.com. Sin embargo es cierto que el uso frecuente del interruptor acorta su vida útil, por lo que se recomienda utilizarlas en las estancias en donde la iluminación permanece más tiempo (cocina, sala, comedor) y no en donde el encendido es frecuente (más de una vez por hora de funcionamiento, como ocurre en baños,  despensas y garajes). En el envoltorio debe figurar el número estimado de encendidos. La frecuencia de encendido no afecta ni a la bombilla incandescente mejoradas ni a la LED.
  • ¿Cómo elegirlas? Las diferentes formas que ofrecen las bombillas de bajo consumo no son capricho de su fabricante. Así, las que tienen forma de espiral reparten la luz en todas las direcciones; las de formas lineales (las más habituales), son adecuadas para una iluminación general de la estancia; y las de forma redondeas son específicas para uso de interior. También conviene diferenciarlas por el tipo de luz que ofrecen: la cálida se adecúa a las estancias de descanso, y la luz fría a los lugares de trabajo o cocina.
  • ¿Contienen mercurio? Sí, alrededor de 2 mg., esto es, mil veces menos que un termómetro clínico y cien veces menos que un clásico tubo fluorescente. Su mayor eficiencia energética lleva a afirmar a la Unión Europea que su uso “reducirá la contaminación por mercurio” (las centrales de carbón emiten mercurio al producir electricidad). Sin embargo es necesario tomar precauciones a la hora de deshacerse de ellas y seguir los cauces marcados por las autoridades competentes en cada municipio.


Consejos sobre iluminación y ahorro

   Siempre que sea posible hay que aprovechar la iluminación natural. Se deben elegir colores claros para paredes y techos. Hay que reducir al mínimo la iluminación ornamental en exteriores. Lo importante es adaptar la iluminación a las necesidades de habitabilidad de la casa, dando preferencia a la iluminación localizada, “además de ahorrar conseguirá un ambiente más confortable”, afirman los técnicos de IDAE. Además se aconseja colocar reguladores de intensidad lumínica y detectores de presencia, estos últimos en vestíbulos, garajes y despensas.
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